sábado, 9 de agosto de 2008

DEPRESIÓN ECONOMICA DE 1929

La depresión económica de 1929
El 24 de octubre de 1929 (jueves negro) se produjo una quiebra del mercado de valores de Nueva York, que provocó un prolongado período de deflación. La crisis se trasladó rápidamente al conjunto de la economía estadounidense, europea y de otras áreas del mundo. Una de sus consecuencias más inmediatas fue el colapso del sistema de pagos internacionales.

La debacle económica de 1929 ha concitado la atención de historiadores y economistas como no lo ha hecho ningún otro momento de la historia económica del capitalismo. El debate en torno a los orígenes de la crisis se prolonga, de hecho, hasta los años ochenta, reactivado por la necesidad de dar una explicación fundada a la crisis de las últimas décadas. Marxistas, monetaristas y keynesianos han intentado dar una explicación de este episodio que, en realidad, se correspondió con un largo período, que va desde 1929 hasta 1939.

El crack de 1929 tuvo claros precedentes en Europa y también en EEUU. En 1927 se produjo la caída del mercado de valores de Alemania, en 1928 esto se repite en Gran Bretaña, y en febrero de 1929 en Francia. El carácter espectacular del hundimiento de la Bolsa de Nueva York no debe eclipsar, sin embargo, otro tipo de manifestaciones que dan cuenta de la difícil situación por la que atravesaba el capitalismo.

En diciembre de 1928, la poderosa industria del acero de Renania- Westfalia había hecho suspensión de pagos y provocó una fuerte recesión en toda Alemania. Los signos que precedieron al colapso en EEUU fueron contradictorios. Por una parte, el mercado de valores conoció una actividad febril, con fuertes beneficios y un incremento sostenido de los precios de las acciones. Por otra parte, de Europa, y de la misma economía estadounidense, provenían signos inequívocos: la caída de la construcción (debido en gran medida al menor ritmo de inmigración); la debilidad del índice de producción industrial daba también señales claras de una inminente recesión.

La deflación, la caída de la producción, la acumulación de stocks, el desempleo masivo, la contracción del comercio mundial y la ruptura del sistema de pagos internacionales marcaron la coyuntura en la mayoría de países capitalistas avanzados. El paro superó los 12 millones en EEUU, siete millones en Alemania y tres millones en Gran Bretaña. La producción industrial cayó entre 1929 y 1932 un 38 por ciento a escala mundial, y un 50 por ciento en EEUU. Galbraith («El crac del 29», 1955) distingue entre el crac propiamente y lo que él llama la «Gran Crisis», período este último que se prolonga hasta 1939.

Las explicaciones de las causas de la crisis son variadas y complejas, si bien coinciden en la conjunción de diversos factores económicos y sociales, y que, a su vez, se influenciaron recíprocamente. Las consecuencias que produjo el tratamiento de la crisis fueron absolutamente trascendentales, hasta el punto que los historiadores más prestigiosos la responsabilizan directamente de la II Guerra Mundial. Las medidas económicas adoptadas en la mayoría de países produjeron un fraccionamiento de la economía mundial y un fuerte impulso de la autarquía.

Se constituyeron bloques monetarios liderados por EEUU, Francia y Gran Bretaña. La fragmentación del comercio mundial afectó de desigual forma a los grandes países. Mientras que Francia y Gran Bretaña pudieron reorientar su comercio hacia sus respectivos imperios coloniales -EEUU lo hizo hacia América Latina-, Alemania, Italia y Japón, por su parte, se volcaron en programas de rearme de gran alcance, en un contexto de tensiones crecientes en el sistema internacional. Esta crisis marcó asimismo el fin de la ilusión acerca de la capacidad del capitalismo para autorregularse, dando paso, bajo distintas modalidades, a la intervención masiva y directa del Estado en los procesos de reproducción económicos.

CAUSAS DE LA GRAN DEPRESIÓN:

Han sido muchas las posturas tomadas por los especialistas en la elaboración de hipótesis que conduzcan a establecer las causas de la gran depresión de los años treinta. La teoría económica marxista ha hecho hincapié en el análisis de las grandes crisis del capitalismo achacándolas a la descoordinación entre producción y consumo. La sobreproducción ha estado siempre en el punto de mira de los historiadores de este período, como Nogaro, como clave explicativa de la crisis del 29. para Nere, en cambio, la sobreproducción es un mito ideologizado y no explica todas las posibilidades causales.

Trataré de elaborar en este epígrafe una síntesis de los factores que causaron la crisis de los años treinta. Estos factores son: La sobreproducción, el desorden monetario y la desigual y relativa recuperación económica.

LA SOBREPRODUCCIÓN:

La producción supera las necesidades reales de consumo a partir de 1925, sobre todo en los Estados Unidos, donde los Stocks aumentaban conforme se reconstruían las economías europeas. Las causas de la sobreproducción son:
Distribución desigual de las rentas, que lleva implícita la limitación del consumo a las capas sociales más ricas, que en la mayor parte de los países no eran muy numerosas. Galbraith señala que en los Estados Unidos el 5 por 100 de la población recibía la tercera parte de la renta nacional.
Mantenimiento de precios de monopolio, tipo cartel, que obligaba a la existencia de grandes cantidades de stocks sin vender, al comprometerse los fabricantes a mantener unos precios pactados de antemano.
Desfase entre precios agrícolas e industriales: los primeros crecen más lentamente que los segundos y hacen disminuir, por tanto, el poder adquisitivo de los campesinos ( importante clientela de la industria.
La reconstrucción de las economías europeas, y el incremento de producción de algunos países menos desarrollados o coloniales durante la guerra, junto con el desenfreno productivo de los Estados Unidos.
El sector agrario fue el más perjudicado por los excedentes invendidos y la consiguiente baja de precios, cuyo índice pasó de 147 en 1925 a 138 en 1929.

EL DESORDEN MONETARIO:

Los momentos de expansión exigen una sensibilidad monetaria y el funcionamiento de un sistema monetario que organice los intercambios desde un centro financiero mediante una divisa hegemónica. Pues la relativa expansión de los años veinte se caracterizó por el marasmo monetario, la pérdida del patrón oro y la excesiva dependencia financiera de los Estados Unidos, convertidos en los principales acreedores y con Wall Street como el centro financiero más importante del mundo.
La existencia de nuevos centros financieros como el de Wall Street, junto con los de Londres y París, originó una competencia de préstamos exteriores entre el dólar y la libra que añadió nuevas dosis de inestabilidad.
En la conferencia de Génova (1922) se revisa el sistema del patrón oro clásico, y se establece el empleo de divisas claves (el dólar y la libra), junto con el oro, para respaldar los billetes emitidos por los bancos nacionales.

LA DESIGUAL Y RELATIVA RECUPERACIÓN ECONÓMICA:

A partir de 1924 se produce una tendencia al alza en le economía mundial, favorecida por la coyuntura política. Pero de hecho, puede afirmarse que únicamente los Estados Unidos tuvieron una clara recuperación, sustentada en la expansión del consumo de masas de dos sectores nuevos: los electrodomésticos y el automóvil.
El resto de países capitalistas, experimentó tan solo una relativa recuperación.
Al mismo tiempo aparecen, signos de desequilibrios económicos: por un lado, hay un estancamiento de sectores industriales tradicionales, como el ferrocarril, la siderurgia, el algodón y el carbón.
Por otro, la agricultura sufrió una crisis que se traducía en la acumulación de stocks (debido al aumento de la producción mundial al recuperarse la agricultura en los países destrozados por la guerra) y el descenso de los precios. Finalmente, hay que hablar de una disminución del comercio a causa de las medidas proteccionistas norteamericanas y europeas a partir de 1922.

LOS AÑOS DIFÍCILES DE LA POSGUERRA: (1919-1924)

En la inmediata posguerra el sistema capitalista tenía que redefinirse de acuerdo con las nuevas circunstancias: La hegemonía norteamericana y la revolución socialista en Rusia. Hasta entonces los países ricos (Francia, Inglaterra y Alemania) importaban más que exportaban aunque compensaban el déficit de la balanza comercial con los intereses de los créditos dados a los países menos ricos, productores de materias primas.
La situación permitía un equilibrio económico, ya que los no industrializados podían vender a los industrializados las materias primas y, con ello, pagar sus deudas y obtener divisas para comprar los productos manufacturados y de consumo que necesitaban.
Tras la guerra, los Estados Unidos se negaron a desarrollar la misma política económica y cerraron sus fronteras a los productos europeos, impidiendo de esa forma a los países deudores obtener dólares con que pagar sus deudas. El equilibrio se rompe. El oro fluye hacia Norteamérica y los capitales americanos se invierten en Europa, pero sin que ello permita una recuperación de la economía europea.
Se creía que, al igual que antes de la guerra, los países fuertes tenían que tener una moneda estable y todas las naciones se afanaban por conseguirlo volviendo al patrón oro. Sin embargo, las nuevas circunstancias lo hacían difícil.
En 1920 se registra una primera crisis, que hace aparecer el paro en países que habían perdido una gran cantidad de hombres en la guerra. Las causas son complejas y se han apuntado, entre otras, las barreras aduaneras surgidas en Europa con la aparición de nuevos países, que entorpecían el comercio; la carga que para Alemania suponían las reparaciones de guerra, que repercutían en el equilibrio económico europeo, y el desorden monetario que había favorecido la especulación. Pero, sobre todo, está el hundimiento del comercio internacional, que se produce cuando algunos países dejan de comprar al agotárseles las reservas y, otros, al no necesitar comprar ya más por tener sus necesidades satisfechas. Además el Tesoro norteamericano anunció que no concedería más préstamos ni anularía las deudas de guerra, en una política claramente deflacionaria.

Las soluciones adoptadas para salir de la crisis fueron dispares: Unos países siguieron con medidas inflacionistas, como Alemania y Francia, cuyas economías, aún débiles, no les permitían tomar otras soluciones y dejaron que la inflación aumentara. Otros, en cambio, como es el caso de Estados Unidos e Inglaterra decidieron controlar la situación con medidas deflacionarias, que se tradujeron en un descenso de la producción y en un aumento del número de parados. Al cabo de algo más de un año la economía se restableció, pero sin volver a alcanzar el nivel de 1913.

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