miércoles, 27 de agosto de 2008

LOS GERMANOS

Los pueblos germanos o germánicos fueron una etnia de origen indoeuropeo que pertenecía al grupo de las tribus que ocupaban la región ubicada al norte del Imperio Romano, conocida como Germania. Las tribus germánicas más conocidas son los godos, los francos, los burgundios, los vándalos y los suevos. A pesar de constituir tribus separadas, los germanos poseían características muy similares.
Origen de la denominación
Como los romanos los consideraban formidables guerreros, es probable que su denominación provenga del término germánico heer-mann[cita requerida], hombre de guerra, que también dio origen a los actuales nombres propios Hernán y Germán[cita requerida]. Puede también provenir de Hermann[cita requerid], el caudillo germano que masacró las legiones de Varo en la batalla del bosque de Teutoburgo. Esta derrota caló hondo en el orgullo de los romanos, ya que debieron replegarse a la ribera izquierda del Rin, frontera que perduró hasta la desintegración del Imperio Romano.

Historia
Según los hallazgos arqueológicos, se establecieron hacia el año 500 a. C sobre las costas del Mar Negro y el Mar Báltico. Los antiguos griegos no supieron de su existencia y los romanos recién los conocieron cuando los germanos comenzaron a avanzar hacia el interior de Europa alrededor del comienzo de la Era cristiana. Este avance pudo haber sido causado por catástrofes naturales o por su gran aumento demográfico. Se estima que en esa época sumaban entre uno y cuatro millones, contra menos de un millón de romanos y sus vasallos. Para contener sus avances, los romanos crearon una frontera fortificada, el limes («límite» o «frontera», en castellano), a lo largo del Rin y el Danubio.

El comienzo de las invasiones
Entre los años 235 y 285, Roma estuvo sumida en un periodo de caos y guerras civiles. Esto debilitó las fronteras, y los germanos, en busca de nuevas tierras, se desplazaron hasta la frontera norte del Imperio. Los emperadores de la época permitieron el ingreso de los germanos bajo dos condiciones: debían actuar como colonos y trabajar las tierras, además de ejercer como vigilantes de frontera. Sin embargo, la paz se acabó cuando Atila, el rey de los hunos, comenzó a hostigar a los germanos, que invadieron el Imperio. Luego de la retirada de los hunos, las tribus bárbaras se establecieron en el interior del Imperio: los francos y burgundios tomaron la Galia, los suevos, vándalos y visigodos se asentaron en Hispania, los hérulos tomaron la península Itálica tras derrotar y destituir al último emperador romano, Rómulo Augústulo. Posteriormente, los hérulos se enfrentarían a los ostrogodos, saliendo estos últimos victoriosos y tomando el control de toda la península.

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